Sin siquiera imaginarlo, en el momento y en el museo menos esperado, ocurrió...
Quienes me conocen saben que tengo una gran pasión por las tradiciones quiteñas de finados. No pensé que esos afectos tan familiares, y tan mÃos iban a llevarme a hacer un viaje por los museos que incluye todo mi corazón.
Quienes me conocen saben que tengo una gran pasión por las tradiciones quiteñas de finados. Hacer guaguas de pan y colada morada en familia es un viaje de ida y vuelta por toda mi vida.
Cada año desde que tengo memoria fue asÃ…
...mi abuela amasando el pan y con mis primos coloreando las masas. Ésto, mientras el olor de las hierbas y las frutas que mis tÃas cocinaban, inundaba la casa, hasta que junto a mis padres remojamos las guaguas en la colada. Sabores, olores, texturas pero sobre todo, afectos.
Por eso cuando me imagino cómo puede ser descubrir esta tradición en un museo, me inclinarÃa principalmente a pensar en que se trata de una forma frÃa, acartonada, tal vez académica y en general sin vida. Sin embargo, aunque eso se me venga a la mente con el primer pensamiento, he disfrutado, creado y promovido actividades relacionadas a finados que tienen lugar en diferentes museos de la ciudad.
Debo decir con toda sinceridad que he visto de cerca cómo esas actividades producen un gran interés. Son educativas, divertidas, dinámicas, trascendentes. Y tanto desde la voz del público, como desde la voz del museo que observa a sus públicos, puedo dar fe de los buenos resultados: de las risas, de los ojos encantados, de los comentarios positivos y del compartir que deja una grata sensación.
Pero creo que hasta hace pocos dÃas, nunca antes habÃa tenido la oportunidad de sentir en un museo, esos afectos que me enganchan con el corazón a las tradiciones de finados, especìficamente a la colada morada con guaguas de pan. La verdad es que no habÃa esperado sentirlos en el contexto en que ocurrió durante esta semana, mucho menos en este museo.
Para ponerlo en contexto, durante casi 15 dÃas, estuve dictando un taller de mediación educativa en los Museos de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Como ejercicio pedagógico final, se propuso que cada participante realice un pequeño trabajo de transformación de la tradicional guianza a una estrategia más dinámica de conversación con el visitante: una mediación.
Al parecer una de las participantes del taller, ha resultado ser tan apasionada como yo por estas tradiciones, y en su ejercicio final de mediación, como parte del recorrido del Museo Etnográfico de la Casa de la Cultura, nos invitó a realizar un viaje a través de los sentidos para conversar sobre la colada morada.
Sentir la textura de un maÃz morado; terso en la piel y seco en la boca. Oler una tras otra, una sucesión de plantas aromáticas tratando de entender cómo juntas se convierten en ese aroma que recuerdo desde la infancia. Traer a la memoria nombres de ingredientes y compararlos con los nombres que les dan en otras casas mientras todos participábamos con emoción. Observar por primera vez ciertos ingredientes, que tal vez en mi casa no se usan, o que posiblemente no los he visto por estar más preocupada de amasar el pan, que de entender la preparación de la colada. Y en medio de esta mezcla de texturas, olores y sabores, traer a mi corazón recuerdos de del año pasado, de hace unos cuanto años y también de hace más de 25 años, recapitulando mis memorias entre colada morada y guaguas de pan.
Entonces, sin esperarlo, fue en un museo, donde mi compañera y amiga Elita, me llevó a dar un paseo por mi vida a través de una de las festividades más lindas que tiene mi ciudad... Yo no pensé nunca que esta tradición pudiera ser tan emotiva en un lugar distinto a la casa de mi familia, donde cada año todos juntos nos reunimos a preparar la colada y amasar el pan.