En otras ocasiones les he contado que ir a un museo o encontrarnos con la cultura y el patrimonio en estos lugares, es hacer un viaje, pero hoy quiero contarles una historia a la inversa: el hacer un viaje para luego plasmarlo en un museo.
![Montaje exposición "En el Sendero de la Danza"](https://static.wixstatic.com/media/186116_6b2378f873f84aa2975d9e5f06d5c87d~mv2.jpeg/v1/fill/w_720,h_720,al_c,q_85,enc_auto/186116_6b2378f873f84aa2975d9e5f06d5c87d~mv2.jpeg)
Recientemente, tuve la oportunidad de crear una exposición de danza. Es algo poco común que la danza sea el tema de una sala de exposición, pues este arte normalmente está en el escenario. Pero fue la bailarina Susana Reyes quien llegó un día al museo con la propuesta de realizar una exposición de los 45 años de su trayectoria. La idea original era exhibir varias fotografías de sus obras de danza, pero se me ocurrió la idea de sugerirle incluir algún elemento de su vestuario para dinamizar la muestra.
Fue entonces que Susana me invitó a hacer ese viaje a la inversa: ir a su estudio, a su casa, a su espacio de creación, para luego decidir cómo sería la exposición. La verdad no lo imaginé nunca, pero ese viaje, esa visita ocasionó que la muestra que creamos adquiera un alma propia a través del alma de esta maestra de la danza
Grandes elementos escenográficos habían sido desempolvados. Objetos que no habían visto la luz en años, salieron de todos los rincones y llenaron hasta el jardín de esa casa. Susana nos recibió con las puertas abiertas y con su corazón entero en cada relato. Por ejemplo, al mostrarnos un vestido, lo ondeaba como danzando en el escenario; al colocarse un tocado, lo hacía con el mismo cuidado como si se preparaba para salir frente a la audiencia; los elementos que parecían inertes cobraron vida cada vez que ella los tomaba entre sus manos y los hacía jugar con su cuerpo.
Cada pluma, cada flor, cada retazo de tela, tenía su historia, y muchas de esas historias se contaban tan sólo desde la mirada inquieta de la bailarina.
Ante a esto, un gran reto se planteó frente a mí: lograr que los visitantes de la exposición puedan vivir la experiencia que yo viví en ese viaje al universo íntimo de Susana. Fue desde allí que se construyó esta exposición llena de fotografías, de vestuario, de escenografía, pero sobre todo llena de afectos y pasión. Y es desde esa creación tan particular, que en estos días he podido ver cómo la gente se emociona al visitar la exposición “En el Sendero de la Danza”… yo solo espero que su emoción sea tan profunda, como la mía el día que conocí los tesoros más preciados de Susana Reyes.
Al fin y al cabo, quienes creamos exposiciones hacemos este tipo de viajes con frecuencia: nos envolvemos en la esencia de lo que vamos a presentar; buscamos generar esas mismas emociones, cuestionamientos, o intereses que nos produce a nosotros el arte, el patrimonio, la historia, la ciencia... en fin. Porque sin importar de qué tema se hable, lo más importante cuando hacemos una exposición para ustedes, es lograr cautivarlos...