Expandir nuestros horizontes a través de los museos y el patrimonio cultural, es sin duda la verdadera razón de ser del trabajo de quienes estamos inmersos en este universo. En este "viaje por los museos", quiero invitarles a reflexionar sobre la posibilidad de abrir nuestra mente, contándoles mi experiencia en una exposición que recientemente visité.
Los bienes que hoy llamamos “arqueológicos” han existido desde hace cientos o miles de años, y en esta larga trayectoria de vida han pasado por diferentes formas de ser usados y comprendidos.
Cuando fueron creados, cientos de años atrás, se utilizaron para aquello que sus creadores los concibieron. Entonces no había dudas de sus usos y funciones. Tuvieron su primera vida.
Al ser encontrados, cuando por primera vez aprecian objetos arqueológicos bajo tierra sin investigaciones de por medio, quienes los hallaban en sus terrenos los empezaron a clasificar por bellos y feos, completos y rotos. Muchos fueron dados de baja por la falta de interés, otros fueron vendidos a coleccionistas que admiraban la belleza de lo antiguo. Fue entonces que tuvieron una primera interpretación fuera de su contexto… una nueva vida se podría decir.
Esta nueva vida cambia cuando, más adelante, se realizan excavaciones arqueológicas e investigaciones de contexto de los sitios donde se encuentran estos objetos. Allí, comienzan a ser interpretados, a ser vistos como parte de un proceso social de vida: utilitarios, rituales, para el hogar, para el trabajo, etc… Parecería que vuelven a su vida original, pero sigue tratándose de interpretaciones, es decir de nuevas vidas…
Con el paso del tiempo se ha ampliado el interés por investigarlos más a fondo, y cada vez desde renovados aspectos científicos (físicos y químicos), pero también desde aspectos sociales y antropológicos.
Así, estos bienes, con vidas renovadas, van adquiriendo cada vez nuevas interpretaciones, más contextos y más voces que hablen por ellos... De esta manera, seguimos intentando entender el pasado, aunque por lo general lo que intentamos es entendernos a nosotros mismos a través de nuestro pasado. Por ello siempre existe ese factor subjetivo de la interpretación de los objetos a partir de nuestro contexto moderno, desde temas que dominamos, comprendemos y que nos interesan como sociedad actual.
Es entonces que nos encontramos con reflexiones a partir del patrimonio que son tan necesarias en los museos. Nos encontramos con exposiciones pertinentes como “DIVERS[ ]S: facetas del género en el Ecuador precolombino”, una mirada a los bienes arqueológicos que da cuenta de prácticas de sexualidad y homosexualidad en nuestro pasado prehispánico. Un relato que nos proporciona una interpretación de nuestras sociedades originarias, para enriquecer el debate contemporáneo sobre la diversidad de género. Una exposición que se presenta en un momento de la historia donde estas reflexiones se tornan indispensables.
A mi criterio, un museo abriendo sus puertas a un debate del presente, a través de objetos que tienen cientos de años de antigüedad, es algo pertinente y necesario, por ello creo que es fundamental visitar esta muestra, y es preciso seguir creando este tipo de contenidos en los museos.
DIVERS[ ]S, sin duda es una exposición que nos abre la mente a pensar en el pasado y el presente desde otra perspectiva. Y no se necesita más que esta invitación a abrir la mente, a expandir nuestros horizontes, para saber que un museo está cumpliendo con su cometido frente a la sociedad...